domingo, 13 de abril de 2014

MENOS PENAS Y MÁS VERBENAS

Una vez una amiga me dijo que vivía la vida como si estuviese en el Titanic, como si al día siguiente el barco fuera a hundirse. Y es así. La palabra equilibrio no está en mi vocabulario: voy al todo o al nada pero nunca al término medio. Podría decirse que más que recubierta de piel estoy hecha de sentimientos que, elevo a la máxima potencia: o todo es muy bueno o todo es muy malo, gris o blanco, amor u odio. Siempre estoy al límite, caminando en una cuerda floja. Y multiplico las cosas por infinito, le doy excesivas vueltas a todo y me torturo gratuitamente con lo que pienso y siento. Me he dado cuenta de que he desperdiciado la vida con mis emociones extremas, que he sufrido por deporte y que la vida son dos días y yo ya he tirado a la basura uno. Que he malvivido, que me he tomado todo como si mi vida fuese en ello y así no se puede vivir. La vida hay que bebérsela a sorbitos, dosficar las cosas, sufrir por lo justo y necesario y, siempre y cuando no haya otra alternativa de por medio que nos evite el mal trago. Porque esto es así señores, solo tenemos este instante, mañana nadie sabe que pasará, si estaremos o dejaremos de estar. He sobrevivido a base del pasado y el futuro, nunca cuidando el presente. Y lo más triste es que he odiado vivir durante mucho tiempo, durante demasiadas horas. Porque me revolcaba en mi nube gris hasta convertirla en un tornado. Y tanta ciclogénesis mental y sentimental me ha pasado factura. Estoy patas arriba, devastada por el temporal, recogiendo aún los resquicios, los restos del naufragio, arrastrada aún por mi tiovivo de sentimientos: unas veces muy arriba y otras muy abajo. Pero ahora quiero limpiar mi alma, quiero quererme más que a nada en este mundo y vivir la vida y creerme que es bonita, porque, lo es. Aunque a veces nos de una de cal y otra de arena, aunque a veces pensemos que las cosas bonitas deberían vivirse dos veces. Hay una canción de Amaral que dice "quiero vivir, quiero gritar, quiero sentir el universo sobre mi, quiero correr en libertad, quiero encontrar mi sitio" y me da a mi que yo me quede en el quiero, que nunca valoré el tengo. Y tengo mucho y muy bueno pero mi felicidad consistía en poseer cosas: personas, objetos. Yo tenía que ser la dueña de todo, nada podía escaparse de mi control y si algo no salía como yo esperaba se avecinaba tormenta. Y nunca me di cuenta de eso. Ya no quiero ser esclava de mis pensamientos obsesivos-compulsivos, ya no quiero malgastar un segundo más de mi tiempo. Ahora mi lema es "menos penas y más verbenas" Y sé que no es fácil, que hasta que formatee el chip me llevará lo mío, pero mientras pueda valorar lo que me rodea, mientras disfrute las cosas que antes no valoraba, mientras la vida me parezca hermosa a ratos, mientras quiera vivir, mientras todo eso pase estaré un pasito más cerca de mi objetivo.


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