domingo, 20 de abril de 2014

DE PATALETA

Hoy estoy torcida, atravesada como un coche en medio de la autopista. Estoy de pataleta de niña pequeña. Porque, si todo no sale como yo quiero que salga entonces me revuelvo, me frustro y me da por poner cara de vinagreta pasada, por comer y por estar que no me aguanto ni yo. Y es que mi vida no es la orquesta de Viena y yo el director, la vida va a su ritmo. Si fuese al mío, si fuese una película sería a cámara rápida. Y daría igual porque en cuanto tuviera mi juguete ( como los niños) al instante ya estaría deseando otra cosa. Yo pretendo llegar a la meta sin correr la carrera, pretendo que el amor propio me aparezca un día debajo de la almohada, sin esfuerzo, sin sufrir. Y para quererse, hay que conocerse y yo no me conozco en absoluto. No sé ni lo bueno ni lo malo que tengo. Ahora estoy empezando a resetearme, estoy empezando a eliminar troyanos de mi alma pero es duro. Y hay veces que no quiero pasarme el antivirus y voy a lo fácil, me dejo inundar por los malweres, virus y demás familia. Muchas veces, cuando salgo de fiesta y bebo más de lo que debería me da por llorar, con toda la desesperación de mi alma. Empiezo y no paro y siempre pensé que era el alcohol pero es una droga mucho peor: es mi falta de amor propio, es mi mente intoxicada, es mi enfermedad a pecho descubierto, campando a sus anchas y diciéndome que no valgo nada, que no merezco nada. Y por eso creo que he sido una mujer malquerida ( no sólo por los hombres de mi vida sino también por mi misma), por eso he sido el celpudo, el perrito faldero del novio de turno. Porque yo no quiero: yo necesito, yo me obsesiono, yo rindo pleitesía. Por ese complejo de inferioridad que me hace pensar que debo dar gracias porque el de enfrente me quiera. Y a ratos, estoy sola y me duele tanto que sólo quiero que aparezca mi caballero andante y me rescate de las garras del dragón. Pero es que aunque me rescaten el dragón se viene conmigo, soy YO MISMA mi mayor enemiga. Y no sería una princesa, sería una muñeca de trapo porque por dentro estoy hueca, no tengo nada que dar, o al menos no algo saludable. Para recibir amor hay que darse cariño a una misma y de eso yo voy justita. Además con mis parejas creo que no soy yo misma, que soy lo que quieran, que hago lo que me pidan para que no me abandonen, para que no me dejen sola conmigo misma. Y al final esto es un tira y afloja entre mis inseguridades, mis miedos, mis prisas por encontrar alguien que me llene y me comporto a veces como una loca. Pero esto también forma parte de la enfermedad de ser comedora compulsiva. Soy de extremos, soy compulsión por los cuatros costados y cuando me abandono y dejo que mi enfermedad se apodere de mi me transformo, como un hombre lobo en luna llena. Y sale mi lado amargo, y soy como un aspersor que sólo escupe mierda a todo y a todos. Pero yo no me aíslo, yo no me quedo en mi casa con mis morritos calientes, yo le jodo la noche o el día a los demás. Forma parte de esta mierda, de esta enfermedad tan zorra y tan hija de puta. Porque no es un problema de cerrar el pico, es algo muy mental también. Cuando bajo la guardia, cuando me relajo, mi enfermedad se cuela y toma el control. La lavadora mental centrifuga a todas horas, y salen los complejos, el lado oscuro que tengo dentro y me convierto en algo que ni soy ni quiero ser. Pero ahora hay esperanza, ahora sé por qué reacciono como reacciono, ahora estoy conociendo y reconociendo pinceladas de mi misma.  ¿Si no me conozco cómo pretendo cambiar, cómo quiero poner las cosas en su sitio? Día a día, pasito a pasito todo se consigue si uno quiere y le pone ganas. Y aunque yo hoy tenga el día insoportable voy a seguir peleando, voy a luchar por conocerme, quererme y respetarme.

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