Ayer, mientras iba tras Jesusín de Galiana vi que de repente se unía una chica a la procesión, descalza, con su pañuelo anudado a la cabeza y sin rastro alguno de pelo. Me conmovió tanto verla, me pareció que eso si que era fuerza, que eso era pelear por la vida, agarrarse a ella con ganas. Y miré hacia atrás, no para revolcarme en mis momentos bajos, si no para darme cuenta de lo bien que estoy ahora, de que de momento todo se va poniendo en su sitio, este puzzle se va haciendo día a día. Y me hubiese gustado abrazarla y pedí por ella, con todo mi corazón. Y puede sonar a ñoña, a demagoga o a lo que sea pero es que yo quería que a ella también le saliese bien, quería que le creciese el pelo, que se ilusionase de nuevo, que volviera a llevar la vida que llevaba antes. Un poco más abajo vi a una madre con un niño en silla de ruedas, con las piernas vendadas y con cara de absorto del mundo y pensé que jamás he vivido la vida, que la escupía o me lo tragaba de golpe en vez de beberla a sorbitos. Y sentí lo afortunada que soy, lo viva que estoy. Esto no va de, veo las desgracias de los demás y me siento mejor o indigna por mis quejas. No, no esto va sobre una que ahora no mira solo hacía su ombligo, va de alguien que sabe que todo el mundo tiene problemas y que agradece su vida, aunque no sea todo lo estupenda que yo quiero. Pero es que ser feliz es eso, es amoldarse a la vida, es bailar un tango con ella aunque te pise, es dar gracias por respirar, es levantarse y caerse, es subir y bajar en esta noria de sentimientos. Pero no hay nada más triste que malvivir, y lo dice una que sobrevivió mucho tiempo. Que vivió pensando en todo lo que creía que necesitaba para ser feliz y no se dio cuenta de nada: mis amig@s y mi familia valen más que las siete maravillas del mundo ¿ qué más se puede pedir? con esto una ya puede ser requetefeliz. Y claro que muchas veces me bajo de la nube rosa y digo: tiro la toalla, no puedo más pero siempre, siempre me levanto. Durante este tiempo me he dado cuenta de algo: no es cuestión de que te levanten o te remolquen porque si tu te empeñas en estar parado, inmovilizado como una figura de mármol no te moverás, no avanzarás. Vivirás en ese sufrimiento porque TU Y SOLO TU así lo has decido. La vida no es una mierda, la vida es como nosotros la interpretamos. Claro que hay injusticias, que se ceba, que de repente da todo y luego te lo quita pero es que las reglas del juego son así. Podemos esconder la cabeza como las avestruces, enfadarnos, patalear como niños y salirnos del juego o empezar a jugarlo. Aunque las reglas no nos convezcan, aunque quisiésemos jugar a otro juego más bonito, más sencillo y mejor.
Lo fácil es abandonar, es decir que no se puede. A veces,es inevitable hacerlo, pero también es inevitable saber que nos vamos a levantar, a nuestro debido tiempo, en función de nuestro bioritmo interno. Y si estamos en el suelo, pues ahí estamos, con los que nos quieren tirados metafóricamente a nuestro lado. "La vida no es vida por las veces que respiras sino por las veces que te deja sin aliento" Yo ayer me quedé sin aliento, cuando vi a una señora muy mayor, por la cuesta de Galiana, camino de la iglesia de Jesusín, empujando el paso, como ayudándole a subir. Y que excusa tenía mejor esa señora que ir detrás con su vela sin más. Pero ella no quiso eso, ella quiso ir con sus manos puestas en la madera que sostenía a Jesusín, empujando sin empujar, viviendo ese momento con fe y devoción, lloraba pero no eran lágrimas de tristeza si no de alegría inmesa. Estoy segura de que estaba más viva que todos los que íbamos detrás del paso. Me gusta la gente que pelea, que no se rinde y para mi esa señoriña, la chica del pañuelo y aquel crío en esa silla de ruedas son héroes anónimos, de esos a los que Marvel no les hará una película contando su historia pero, que se merecen un aplauso que no acabe nunca, se merecen una reverencia por parte de tod@s los que les vemos, una reverencia infinita, como la de San Juan ayer ante La Dolorosa.
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