"Nunca pensé que una caja pudiese ser la clave de
todo. Cuando la vi pensé: se acabó pero, se acabó de verdad. La miré durante
mucho tiempo, no me atrevía a abrirla, tenía miedo a que estuviese repleta de
viejos fantasmas, de recuerdos de una vida pasada, de una nueva tortura
empaquetada. Al poco tiempo entendí que tenía que enfrentarme a todo eso que me
daba miedo, a todo lo que un día fue sólido y ahora se había convertido en cemento. Tenia que
despegarme las penas del cuerpo y darle permiso a mi corazón para que se
pusiese en "modo olvido" y, la clave para lograrlo se encontraba
dentro de esa caja. Fue una sensación extraña, sentí como si me pesase menos la
conciencia, como si fuese más libre, como si algo se hubiese marchado de mi
lado al abrir aquel cartón. Reconozco que lloré durante un instante, pero ya no
sentí ese dolor que me partía por la mitad, esa desesperación que rugía dentro
de mi y que me hacía pequeñita. Asumí que esto seguiría siendo duro en algunos
momentos, pero que no puedes vivir de recuerdos, de incógnitas que nadie quiere
ni te va a responder, aprendí que las cosas no se pueden retener a la fuerza,
que los te quiero se dicen cuando los sientes y no cuando debes y sobre todo,
entendí que para empezar una nueva vida hay que decirle adiós a la antigua"
domingo, 30 de marzo de 2014
EL PRINCIPIO DEL FIN
Últimamente tengo la mente muda, pienso muchos menos, tal vez sea para poder escuchar los mensajes que son realmente importantes. Así que hoy actualizo con viejos archivos. Lo escribí en plena "desintoxicación" cuando aún estaba con "el mono" en pleno "Delirium por el amante perdido" Fue el primer paso que dí, el primer día que fui consciente de que llevaba un fantasma pegado a mi alma, el primer día que supe que era adicta a las broncas, a nuestro todo sin su nada, ese día supe que era una yonki, enganchada a un amor del malo, a un amor que desquicia, que agota, que consume, hasta dejarte el corazón en los huesos. Supongo que siempre seré una adicta, que la cicatriz resquemará de tarde en tarde pero, a pesar de que lo escribí sea triste, también es esperanzador. De todo se sale, con tiempo y ganas. Hoy, mismamente lo hablaba con mis amigas. De las locuras que una llega a hacer por obsesión ( calificarlo como amor sería absurdo) por la necesidad imperiosa de que el otro se quede a nuestro lado a cualquier precio. Yo pensé más de una y de dos veces cogerme un avión y plantarme en la puerta de su casa. Y me alegro de no haberlo hecho, sólo habría prolongado más el duelo. Al principio lloras, a todas horas, con todas tus fuerzas, sientes que te partes por la mitad, crees que lo superas tanta veces como piensas que te morirás queriéndole pero, aunque suena a tópico el tiempo lo cura todo. Los recuerdos no se pueden borrar ¡ojalá se pudiese! yo firmaría por tener una amnesia como un piano ahora mismo. Pero quizás, si no hubiese sentido ese dolor, dolor de alma y de corazón, dolor de un futuro hecho pedazos, dolor de vidas que se bifurcan, dolor de todo lo que quisimos ser y nunca fuimos, ese dolor que se siente cuando has querido querido alguien con cada fibra de tu cuerpo, probablemente ahora tampoco recordaría los errores cometidos ( por parte de ambos) y podría darse el caso de que me pasase toda la vida repitiéndolos. Os dejo con lo que sentí, el día que vi esa caja del Alimerka, el día que fui consciente de que ya no nos unía nada, de que ya no había más motivos absurdos por lo que estar en contacto, el día que comprendí que para construir de nuevo mi vida tenía que enfrentarme a esa caja llena de sueños rotos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario