Creo que hay veces en las que admito y asumo que estoy enferma y otras muchas en las que creo que existe una cura. Si pienso en mi pasado siempre me recuerdo rellenita, de una dieta a otra, subiendo y bajando kilos, un día si y otro también. Nunca le di importancia, ni fui consciente de mi enfermedad hasta que las señales que recibí fueron ya demasiado catastróficas. Cuando realmente empecé a ver que tenía un problema, que algo iba mal, realmente mal fue cuando quise ponerme a dieta y vi que era incapaz de ello. Me obligué a pagar a una dietista, para que me diese la voluntad que yo no tenía a golpe de talonario. Y la broma no fue barata precisamente; 120€ la primera consulta, las sucesivas ya fueron más "low cost" aún así yo pagaba para nada. El día que quería lo hacía bien y el que no comía lo que me daba la gana en cantidades desproporcionadas. Y como otras muchas veces, abandoné la dieta y a mi misma también. Asumiendo y compadeciéndome de que siempre tendría sobrepeso. Pero como una al final nunca se resiste, siempre vuelves a caer en las garras de las dietas y volví a ponerme en serio, pero esta vez de verdad, sin pasarme en nada. Era la Rottenmeier de las dietas. Nada era ya lo mismo. Mi cuerpo me decía cada semana que estaba harto, que lo estaba volviendo loco y lo manifestaba bajando muy poquito peso. Y yo me frustaba porque pasaba ganas de todo y no conseguía los resultados que yo quería. La voluntad me duró 15 días, al mínimo tropezón en mi vida, a la mínima piedra que encontré en mi camino abandoné la dieta con la misma fe con la que me había agarrado a ella. Todo un círculo vicioso. Lo que hoy se es que tengo sobrepeso mental y emocional, que estoy llena de kilos de ira, que me hacen no quererme ni ser capaz de querer a los demás. Soy como el doctor Jekyll y Mr Hyde. Tan pronto me quiero y me adoro y voy por la vida en modo "paz y amor y el plus pal salón" como me pongo en modo auto desprecio y me castigo y me comporto como una tirana con los que más quiero. Pero así es mi enfermedad, busca mis debilidades, que son muchas para atacar, para hacerse dueña de mi vida. Puedo sonar a loca pero soy una adicta de la comida, tengo que desintoxicarme de ella porque, hay ciertas cosas que me hacen ser comedora compulsiva, que hacen saltar las alarmas y el descontrol toma las riendas de mi propia vida. Qué fácil me resulta asumir que soy asmática pero cuanto me cuesta comprender que yo no tengo ni tendré nunca una relación sana con la comida. Que para mi cualquier pequeña cosa : un problema familiar, de una amiga, un contratiempo absurdo cualquiera ( que no funcione la impresora) despiertan a esa parte compulsiva mía y con el primer bocado van los siguientes detrás. Sin mesura, sin control, sin equilibrio ninguno. Y como porque no soy feliz, porque no me acepto, pero ahora ya sé que el mundo no está en mi contra sino yo en contra de él. Y voy a poner todos los medios que estén en mi mano para pelear. Y recaeré, tendré días mejores y otros no tan buenos pero siempre, siempre me perdonaré. Se acabó eso de sentirme culpable por cada atracón, o de desestabilizarme por las pequeñas cosas del día a día o por los problemas de los demás. Ya esta bien de quererme y odiarme, de decir nunca más y luego ser siempre un solo por hoy. Se acabó ser gris, se acabó ser la negatividad hecha persona. Si los problemas no tienen solución, revolcarse en la miseria no los va a hacer más pequeñitos, al contrario, los hará más grandes de lo que son. Tendré que levantarme cada día con la sonrisa en la cara y si no me sale pintármela porque si me deprimo como, hiero y sufro.
De hecho mi cuerpo ya esta pagando los estragos de tanto atracón. Como ya conté en una ocasión al principio ni yo misma era consciente de lo que hacía o de que era un problema. Pero como toda buena adicción empieza poco a poco y cada día quieres más y más hasta que llega el día en que sin esa dosis no vives. Yo solo existía para planificar esos atracones furtivos y con cada dulce que ingería, mi mente me decía: "sigue, sigue, das asco, nunca te van a querer, eres una gorda y lo serás siempre, come hasta reventar porque esta en tu naturaleza" Así de torturadora es esta enfermedad. Y lo peor es que te la auto inflinges, eres tú víctima y verdugo, luz y sombra, amor y rencor. Tu peor enemigo eres tu mismo y o te quieres un poquito y estás en paz contigo mismo o la cosa no funciona.
A lo que iba, que me enrollo más que una persiana. Hasta ahora no le di importancia a ciertas cosas, creí que serían cosas de la edad o de herencia pero "gracias" a tanto desequilibrio alimentario he conseguido que me repita cualquier comida, sentirme hinchada... hoy sé que he maltratado a mi cuerpo. Antes podía comer unas cantidades desorbitadas de comida, ahora al más mínimo resbalón mi cuerpo me manda señales: y me dan unos cólicos que creo que voy a tener que subir al hospital . El jueves pasado a falta de uno tuve dos porque, no contenta con el atracón de mediodía me tuve que dar un homenaje antes de ir a aerobic. Eso si, luego purgué mis pecados bailando como si no hubiese mañana, hasta que me maree, hasta que tuve que sentarme y salir a que me diese el aire para no caerme redonda allí mismo y acabar vomitando. Soy defensa y acusación a partes iguales. Pensé que me había perdonado por ese atracón, os juro que me lo creí de verdad pero hasta que no me dio ese mareo, no fui consciente de que mi mente traicionera me gritaba "por tu culpa, por tu culpa, por tu gran culpa" Por hacer un similitud podría deciros que estoy pasando el mono, un delirium tremens alimenticio. El sábado fui a un centro comercial y el simple olor de la comida me puso nerviosa, el haber comido antes de mi hora habitual me hizo tener miedo, pavor a sentir hambre. Por eso soy incapaz de no llenarme el plato hasta arriba o de ir a algún sitio sin mis barritas o mis tortitas de maíz en el bolso, por si me da un ataque, por si siento hambre psicológica y me desvío del camino. Aunque a veces, eso tampoco funciona. Hay días en los que el demonio vence al ángel y no me come los muebles porque son de madera. Y todo por esa ansiedad que me da todo, por ese exceso de sentimiento y de preocupación por mi y lo que me rodea. Aunque sea difícil lo importante es intentarlo y por mucha montaña rusa y mucho camino que me quede por recorrer acabaré curándome ( lo he escrito a drede), es que sin querer lo pienso, que esto se va a curar, pero bueno no pasa nada; Roma no se hizo en dos días. Hay gente que lleva toda una vida una vida luchando y no ha desistido. Yo tampoco quiero rendirme, quiero vivir y dejar vivir, quiero aprender a controlarme, a perdonarme, a caer y a levantarme. Quiero seguir este camino porque se que es el correcto
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