martes, 6 de mayo de 2014

TIEMPO

La primera vez que me dijeron que esto era cuestión de tiempo me cagué en la madre de toda la gente con pareja que me lo dijo. Me pareció sencillo dar consejos cuando tenías alguien al otro lado de la cama que te regalaba su amor incondicional. Hoy sé que tenían razón, que todo pasa, que a veces queremos correr y tirar los sentimientos a la basura y olvidar de golpe lo que ha durado años. A veces estamos tan enganchados a ese amor que nos aferramos a el aunque fuésemos infelices porque sin eso sentíamos la soledad y la inseguridad en nuestras propias carnes. Yo no quería estar sola conmigo misma, buscaba el amor que yo no me procesaba en el de enfrente. Una vez leí que "no hay nada más triste que el que busca algo y no encuentra nada" y es muy cierto. Cuando el amor se acaba, cuando uno de los dos decide que ese que es el fin de la película, en ese instante nos volvemos locos buscando los por qués, los errores cometidos, nos infectamos la cabeza pensando en si hay otros que ocupen nuestro lugar, en quién de los dos va a rehacer antes su vida ( y casualmente siempre deseamos con todas nuestras fuerzas que los abandonados encuentren el amor antes que el abandonador) Para dar el golpe de gracia, para darle una patada bien grande al corazón del otro, a ese que partió el nuestro en pedazos. Al principio solo deseamos eso, que sufra, que no descanse, que vuelva arrastrándose para mandarle al carajo porque ese dolor tan grande, ese que te sale del alma nos nos deja estar en paz. Y escuchas cientos de canciones que te hacen llorar, que te hacen recordar lo que pudo ser y no fue y sientes que estas de pie pero mentalmente estás agazapada en el suelo, muerta de dolor y de desesperación. Es un dolor inexplicable, que nadie puede definir pero que te deja tocada,que nadie sabe explicar con palabras pero que duele solo con recordarlo. Contaba los meses que hacía que me había dejado, sufría cada cumpleaños, cada navidad, cada fiesta de guardar sin él a mi lado. Pero, con el transcurrir de la vida me di cuenta de que le quería un poco menos ( que pena me dio dejar de quererle, fue duro pero necesario) de que a ratos estaba a gusto sin él, de que ya no lloraba tanto, de que mi primer pensamiento del día no era para él, de que se colaba en mis sueños cada vez con menos frecuencia. Y sufrí también por pensar que aquello había pasado y por luego darme cuenta de que aún le necesitaba, de que aún la herida sangraba y supuraba. A día de hoy pienso que ojalá esto se hubiese acabado antes, que debo darle las gracias por haberse ido, por permitirme resurgir de mis cenizas. Si él estuviese conmigo todo seguiría igual. Yo no me conocería en absoluto, viviría enganchada a un amor inventado y cerrada como una ostra a conocer más gente, a ir a hacer deporte fuera de los muros de mi casa. Todo pasa, aunque nos parezca imposible, aunque pesemos que nos vamos a morir de amor: nadie se muere. Os lo dice una que creyó que este adiós la acabaría enterrando. Decir con el corazón que no le quiero, que le deseo lo mejor y sobre todo, que quiero que encuentre la paz es un paso muy importante para mi. Me he quitado de la espalda al fantasma de ese amor y me siento más libre. Y quiero amar, no quiero convertirme en una figura de mármol fría y sin sentimientos para evitar que me hagan daño. Pero sobre todo soy feliz sola y es que, realmente no estoy tan sola; me tengo a mi misma, estoy amueblando mi cabeza y eso es muy grande. A partir de este punto puedo empezar a descubrir lo que me conviene y lo que no, a no vivir colgada del aprovechado de turno, a quererme y querer y a vivir y dejar vivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario