lunes, 12 de mayo de 2014

PRIMER BOCADO

Es muy "sencillo" hacer las cosas bien cuando la vida te parece de color de rosas. Incluso me atrevería a decir que el mérito que tenemos es muy escaso. Lo complicado es cuando te levantas con el pie izquierdo, cuando tu mente pasa de estar limpia a contaminada y ya sólo quieres herirte, anestesiaste con ese primer bocado maldito. Es cuestión de segundos, de un par de ideas mal expuestas y de unos cuantos castillos en el aire . Todo parte de una excusa, de un motivo ridículo que te empuja a la compulsión, a "perdonarte" por querer comer hasta reventar. Pero hoy sé a donde me lleva ese camino y no estoy dispuesta a tomarlo. Me lleva del cielo a los infiernos, a pintar de negro los claros que están saliendo en mi vida, a despreciarme, a hacerme pequeñita y eso, no lo quiero ni un segundo más en mi vida. Tengo derecho a existir, a equivocarme, a caer y levantarme, tengo derecho a sentir mis emociones y no asustarme con ellas. Y si como hasta el hartazgo, hasta que el estómago sienta que no puede más eso me va a llevar al caos, me va a dejar a pecho descubierto frente a la enfermedad. Y en el fondo esto me ha servido para darme cuenta de algo: aunque a veces se me olvide ( que no es que no lo sepa, es que hago como que no lo sé)  soy "comedora compulsiva", es algo que me va a acompañar siempre. Por muchos cumpleaños o por muchos trozos de dulce que pueda comer serenamente sin volverme loca soy una YONKI DE LA COMIDA. Y creo que lo más compulsivo que hay en mi vida, es mi mente. Cuando esta mal solo centrifuga mierda, solo escupe pensamientos absurdos y carentes de sentido. Y ahora, que estoy un poco más serena me doy cuenta de que no necesito un primer mordisco para sacar la basura que piensa mi cabeza. Simplemente con estar alterada, con perder la paz ya se desencadena todo el proceso. Y si doy ese paso hacia el barranco se lo que vendría después: autoestima por los suelos, problemas añadidos, ideas obsesivas, sentimientos de culpa, ira hacia mi y hacia los demás. Noto perfectamente cuando se avecina tormenta, estoy sin estar, me veo gorda, indigna, me siento poseída. Como si los hilos de mi vida los manejara la enfermedad. Y entonces sé que la piensa y siente ya no soy yo. Y tengo dos opciones: abandonarme o pensar en el camino andado hasta ahora. En lo bonita que es la vida desde que no la vivo de atracón en atracón, desde que saboreo la comida, desde que estoy viva por dentro y por fuera, desde que me quiero un poco más y vivo el presente. ¿ Acaso merece la pena sacrificar lo que he conseguido hasta ahora por un primer bocado? PARA NADA. Como si un problema se arreglase a base de atracones, como si desapareciese con cada bocado que engullo ( porque cuando estoy así ni mido cantidades, ni aprecio si algo es dulce o salado, ni si me gusta o me disguta) En esos momentos de locura solo quiero machacarme, quiero comportarme como una cría de rabieta que se enfada y no respira, que come para no enfrentarse a la vida, para no sufrir, para no equivocarse y para que nada ni nadie la hiera. Como si el enemigo no estuviese en mi propia casa, en mis propias entrañas. Al final quien decide fustigarse, quién se da el bocado de gracia, quién se auto desprecia, y quien se anula conscientemente SOY YO

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