domingo, 7 de septiembre de 2014

Flores para una flor

No sé que extraño efecto tienen las rosas en manos de una mujer. La gente te mira, sonríe, incluso ponen cara de "eres afortunada" pero cómo dice Rafael: "que sabe nadie" mis flores son para una flor, una flor que lleva ya demasiados años enclaustrada entre cuatro paredes, una flor que merecía haber sembrado más campos pero que no tuvo más tiempo. Y es que la vida a veces es cruel con las cosas más hermosas y vomita vientos y tempestades sin importarle si quiera si lo que arolla a su paso merece la pena o no. Pero yo no puedo cambiar la vida, ni la pretendo, con aceptarla y aprender de mis errores ya tengo más que suficiente. Además, el hecho de cortar una flor no significa que sea menos hermosa. Y desde la perspectiva de los años hoy veo que tu flor se marchitaba, se secaba día a día y no era justo que algo tan hermoso  acabase así: sin brillo y amarronado. Pero, egoistamente la pradera de mi vida quería llenar su tierra de flores como la tuya. Y ahora, solo puedo besar tus pétalos a través de un mármol. Esa piedra fría e inerte, esa maldita estructura que separa tus pétalos de los míos, esa que tiraría a golpes por pasar un solo minuto más contigo, por sentir tu aroma, por escuchar los ecos de tu voz resonando en mis oidos. Pero tú nunca fuiste una flor cualquiera, fuiste siempre una flor mágica, una flor tratada y por eso, cuando el viento sopla en lo alto de esta colina yo siento que tú y yo volvemos a ser un jardín, volvemos a estar en ese espacio tan tuyo y mío y de nadie más. Y percibo tu risa, tu olor, tus abrazos infinitos, tus te quiero, tus te perdono, ahora perdónate tú. Y siento que detendría el tiempo y me quedaría contigo, en este momento, congelada en este instante, en el que tú solo eres mío y yo solo soy tuya. Y te ruego y te imploro que no me digas: vete ya, con un padre nuestro es suficiente porque yo me quedaría aquí contigo, adorándote todo lo que me reste de mi vida. Porque cuando estoy aquí tú no estás enfermo, tú te me apareces como antaño: fuerte y sano. Y nunca vienes solo, te traes una bolita blanca a tu vera, esa con la que un día te quedaste esperando a las puertas de la Alhambra porque no la dejaban pasar. Y yo me iría con vosotros sin pensarlo pero no puede ser. Tengo que vivir todo lo que no habéis podido seguir viviendo vosotros, tengo que subir aquí y contároslo, tengo que demostraros que estáis conmigo en cada cosa que hago y que digo. Además mi vida también es la vuestra, porque estáis enraizados en cada latido de mi corazón, en cada pensamiento que centrifuga mi cabeza. Mi jardín es el vuestro, aunque ya no podáis polinizar otras flores, aunque ahora el agua de la lluvia y la tierra sean vuestro lecho eterno, aunque vosotros no podáis, aquí estoy yo, para hacer un jardín en vuestro nombre y con vuestra magia. Os quiero y os recuerdo todos los días de mi vida

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