CARPE DIEM

Podría quejarme, malvivir y maldecir mi suerte. Sufrir en vano, convertir mis sueños en pesadillas, poner mi cabeza a centrifugar con miles de ideas, de obsesiones, de castillos en el aire que se desmoronan y que se construyen en mi pensamiento. Pero hoy no me da la real gana, ojalá quejándome todo fuera más sencillo pero no lo es. Todo se complica, se hace más cuesta arriba. Llevo demasiados años pintando mi vida con acuarelas grises y hoy quiero pintar un lienzo de colores, de alegría, de sueños posibles. No quiero pensar siempre en lo que no tengo, en lo que me falta para ser feliz, porque, muchas cosas de las que pensé que me darían ese ansiado sentimiento sólo me produjeron desequilibrio. Creo que estoy programada para estar insatisfecha, para sentir un vacío en el estómago que siempre necesita algo más para sentirse cubierto. Y, por muchas cosas que yo meta nada ni nadie que no sea yo llenará ese agujero. Porque al final, es cierto eso que dicen de que la felicidad es un estado de ánimo. Esta dentro de mi, aunque a veces no lo vea, aunque a ratos esa vena masoquista mía quiera hacer sangrar mis heridas de guerra, quiera reabrir antiguas heridas. He invertido mucho tiempo sufriendo, culpándome, buscando la tara que me hacía imperfecta a los ojos de los demás ( o más bien a los míos). Al final he descubierto que la vida es un problema con una solución más fácil de la que yo le doy: carpe diem. Ese es el quiz: vivir el momento, dejar que tu instinto te susurre el camino, darme permiso para equivocarme, para ser humana, para ser feliz, para no ponerme caretas para gustar más a los demás. No hay nada más allá de este instante, de estas líneas que escribo. ¿ Qué se yo que será de mi en unos meses? ¿ qué me importa si tengo el camino en obras ? ¿ por qué no voy a perdonarme ? ¿ por qué el pasado me va a dejar más noches en vela? hoy me planto, hoy digo bien alto que quiero vivir como Dios manda, sin malas caras, sin ese mal humor constante y reinventándome cada día