martes, 28 de octubre de 2014

VIDAS DIVERGENTES

Y de repente aparece alguien en tu vida y se va colando poco a poco en ella. De manera silenciosa, sin prisa pero sin pausa y lo llena todo de luz y de sueños posibles. Personas de esas que la vida cruza en tu camino para demostrarte que el vaso siempre se puede ver medio lleno en vez de medio vacío, que todo es cuestión del prisma con el que lo mires, que nada es imposible, que si quieres puedes, que hasta de las derrotas se puede sacar el lado bueno. Hablo de esa clase de personas que te leen el alma, que te abrazan con su voz y te inundan el corazón de alegría con tan solo una sonrisa. Esa sonrisa que cuando empieza no puede parar, que es contagiosa y que me hace reír a carcajadas a mi también y darle gracias a la vida por habernos encontrado, por coincidir en el mismo punto, por poder hablar de tantas y tantas cosas en las que la mitad de la gente ni siquiera piensa. Y si el mundo quiere estar ciego, quiere ser frío, quiere ser moderno y apagar el sentimiento tú y yo vamos contracorriente y creemos en los finales felices, en los aniversarios, en los detalles sin importancia que son más importante que cualquier "Te quiero" soltado a bocajarro un 14 de Febrero. Y si sorprender y ser sorprendido ya no se lleva tú y yo somos dos anticuados encantados de serlo.
    Porque tú me recuerdas cada día cada virtud que tengo, porque nadie como tú apaga mi tristeza y seca mis lágrimas, porque nadie ha trabajado tanto por mi autoestima como tú lo estás haciendo, porque te escucho con atención y me encanta cada palabra que sale de tu boca, porque me cuidas, porque quieres protegerme, porque me das la voz de alarma cuando yo estoy con los oídos tapados, para no escuchar esas verdades que duelen tanto. Y si yo me hago la sorda tú te pones tozudo y me dices a voces que salga de ahí, que eso no me conviene, que vale ya de sufrir por cosas que no lo merecen y yo lo entiendo y te doy la razón, aunque luego no te haga ni caso, aunque luego te vuelva la cabeza loca con esa historia que te suena ya demasiado.
      Y me das el empujón que me hace falta para saltar al vacío, para superarme, para intentarlo. Y me hablas de libros que debería leer, de lugares a los que viajar y el mundo se me antoja un lugar más hermoso desde que te conozco, un lugar en el qué nuestras vidas divergentes, convergen en un punto exacto y se hacen más bellas. Te quiero hermanín

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