Lo que pretende el autor es decirmos que siempre estamos a tiempo de decirle Si a la vida, que pequeños gestos pueden hacer muy grande nuestra existencia, que reilusionarse, como todo, es una cuestión de actitud.
martes, 13 de enero de 2015
REILUSIONARSE #Libros #LuisGalindo
Llegó a mi vida como suelen llegar las mejores cosas: por casualidad. Y al principio no me gustó demasiado pero no suelo dejar un libro a medias por respeto al autor que escribe esas líneas. Pensé que era todo palabrería barata, positividad hasta el empalague pero estaba equivocada. La teoría no cambia, las bases son las mismas que he escuchado cientos de veces. Todo depende de como mires el vaso. Este libro te habla de lo realmente importante, de los prismas desde los que puedes contemplar una situación, de las pequeñas cosas que te llenan el corazón hasta desbordarlo, de gestos, de luchas diarias, de granitos de arena que acaban siendo montañas. ¿Y cómo vamos a reilusionarnos estando enfermos, en paro, con el corazón roto? ¿De dónde vamos a sacar las ganas para ver el color en este mundo lleno de injusticias, corrupción y miseria? Poniéndole ganas. Algo tan sencillo como difícil de poner en práctica. Muchas veces me paro en seco y pienso ¿estando triste arreglas algo? ¿O maldiciendo? ¿O dándole la espalda a la vida? Este libro me recuerda lo que decía Jorge Bucay: que la felicidad es algo que ocurre de la piel para dentro y que el ser humano tiene un concepto erróneo de ella y, espera tanto de la felicidad que la ha hecho inalcanzable. La felicidad no es estar siempre contento, no se mide por cosas materiales, por éxitos, porque todo nos parezca maravilloso. La felicidad aparece, se siente un día sin más. Pero para que deje de jugar al escondinte es necesario que dejemos de hacerlo con nosotros mismos. Aprende a vivir contigo, acepta lo bueno y lo malo, sigue tus principios y observa que pasa, que se siente. Recuerda que todo lo que tenemos en esta vida: un cuerpo que cumple sus funciones, una familia, nuestros cinco sentidos no son derechos sino privilegios por los que debemos dar gracias a la vida. Pero estamos tan ocupados con todo lo que queremos, con acumular bienes, éxitos y reconocimientos que descuidamos el alma, esa que requiere de nuestra atención pero que siempre esta la última en la lista, esa que hacemos enfermar, esa que nos ha llevado a ser lo que somos: una sociedad ansiolítica.
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