jueves, 12 de junio de 2014

El OTRO HOMBRE DE MI VIDA

Y esta nueva entrada si que son deberes, es la misma carta que le hice a mi padre pero para mi ex novio. Una vez que se fue el dolor y la rabia y veo la luz me doy cuenta de que aquí no hay culpables, de que hizo lo que yo no tenía valor de hacer. Y las formas fueron las necesarias, cara a cara jamás habríamos conseguido desintoxicarnos. Porque aquello, más que una relación era una adición. Simplemente intentamos llevar a puerto un barco que no hacía más que naufragar. Te deseo lo mejor y lo sabes y me alegro haber echo las paces, que llegásemos a un punto de entendimiento porque has sido muy importante en mi vida  y yo en la tuya. Que seas muy feliz, yo lo intento día a día.

No creo que pueda decirte nada que no hayas escuchado ya pero necesito cerrar la herida. Me da rabia la manera en que te fuiste, todas las incógnitas que mi mente no podía despejar. Tu actitud “tan de novio” para luego ir evaporándote, desapareciendo de mi vida día a día con largas, con medias tintas, con excusas. Me da rabia que me partieses el corazón dos veces, que no me dieses un final mejor, que antepusieses al resto a mí, que pensases que solo amaba tu chequera. Me da rabia tu desprecio, la manera tan gratuita y cobarde que tuviste de irte. Me da rabia que no me dijeses que no eras feliz, que tú vida y la mía ya nunca serían una, que estabas en proceso de desintoxicación de esta relación; que, más que eso resultó ser una adición. Me da rabia haberte visto tan feliz en navidad, que me ignorases como si nunca hubiésemos sido nada. Me da rabia no sentir rabia pero, es que nos hemos querido mucho. Te quiero por esa manera que tuviste de decirme el primer “te quiero” (borracho y tapado con una sábana) , por escribirme en una servilleta de un bar que eras mi “querido novio” , por esas notas que me dejabas cuando te ibas a trabajar. Hace meses encontré una y las lágrimas se quedaban cortas para expresar tanto dolor, tanta pena, tanta luz cuando ya todo está a oscuras. Y es que una vez fuimos muy felices, aunque ahora ni siquiera nos acordemos. NO sé como pudimos matar aquello. Te quiero por el deseo y la ternura con que me mirabas a veces, por aquel día en el que me dijiste “ es que yo miro a otras y sólo te veo a ti” , te quiero por ese amor tan grande que tienes y que nunca has sabido expresar, por tantas situaciones duras a mi lado, por las veces que empezábamos a reírnos y no podíamos parar, porque nunca te cansabas de regalarme cosas con esa ilusión a pesar de mis desplantes, te quiero por todos esos días en Barcelona en los que me hacías el zumo  mientras yo me quedaba en la cama, por el invierno que pasamos, recorriendo Tarragona y Girona, creyendo que todo era posible, por la sensación de “yo también te quiero” que me invadía cuando nos íbamos de boda juntos y pensaba: yo quiero todo esto contigo y más. Te quiero porque sé que me querías, porque cuando yo perdía las fuerzas tu siempre tirabas de mí, decías que teníamos que seguir porque lo nuestro daba para escribir un libro, te quiero porque supe lo que es que me quisiesen, por lo orgulloso que te sentías de mi a veces, por todo lo que sé de ti y probablemente muchos no sepan. Te quiero porque eres todo sentimiento contenido.

   Pero esta carta no implora, no ruega una millonésima oportunidad, un capítulo más en este libro de historias tuyas y mías. Este es el punto y final a algo que prolongamos demasiado, a una adición, a algo tan bonito como destructivo. Para mí lo nuestro es como la primera gota para el alcohólico, como la primera calada para un fumador. Y necesito dejar de vivir en este mono permanente, olvidar ese delirium tremens de un corazón partido. Necesito reconstruir estas ruinas, salir de este dolor en el que me metí como en un bucle. Necesito limpiar esta herida y cerrarla, sin suturas por segunda intención. Y me duele el alma al recordar ese dolor de hace casi un año, esas noches de insomnio, de llorar y sentir que me partía por la mitad, que esa pena no se iría nunca, de buscar sin respuesta el consuelo en antidepresivos y psicólogos, de saber qué es lo que fallaba en mí para que todos os largaseis. Y ahora entiendo que en el amor no hay vencedores ni vencidos, ni un bueno ni un malo o una víctima y un verdugo; sólo dos personas que no empastan, que no se amoldan y la colisión es como un choque de trenes, como esos aviones que fueron contras las torres gemelas aquel 11S. Ninguno de los dos está mal, es así de simple. Y todo lo que me da rabia y lo que quiero de ti también me lo digo a mí, porque en el fondo somos muy parecidos. Perdonémonos, dejemos el odio, la ira y el rencor de lado. Fueron muchos años juntos, no quiero que el último recuerdo que tengamos sea el de una lucha a vida o muerte. Y tampoco pretendo cafés o llamadas los fines de semana, con un hola y un adiós me conformo, con ser feliz y que lo seas, con aprender de nuestros errores y que seamos capaces de amar a otras personas. Sin más, me despido. ADIÓS  

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