sábado, 21 de junio de 2014

LO QUE LA VERDAD ESCONDE

¿Qué más da el maquillaje que te pongas o la sonrisa que te pintes? Si tus ojos y tu boca gritan en silencio que están desmaquillados ¿qué más da si pareces segura de ti misma, si  parece que te vas a comer el mundo? Si por dentro estás muerta de miedo y sientes que el mundo te come ¿qué más da que parezca que estás en pie, que las heridas ya no escuecen? Si en el fondo sigues tirada en suelo y esa herida amenaza con volverse a abrir, con inmovilizar tu presente ¿qué más da los labios que te besen? Si los tuyos se han vueltos fríos como el mármol por el miedo a engancharse a una boca ajena que se irá más pronto que tarde ¿que más da que digas que quieres vivir el momento? Si analizas cada gesto, cada acto, cada cosa pasada o futura y eso desperdicia tu presente ¿qué más da los brazos que te abrazen? Si tú sientes que ningunos podrán cobijarte del todo ¿qué más da que digas que cambias el chip? Si repites el patrón día tras día ¿qué más da que digas que te sientes completa y feliz? Si en el fondo tienes un agujero en el estómago que no lo tapa nada, si sientes que nada acabará con esa insatisfacción constante en la que vives ¿que más dan tus mentiras? Si lo que la verdad esconde es tan grande que no se oculta con nada 

jueves, 12 de junio de 2014

El OTRO HOMBRE DE MI VIDA

Y esta nueva entrada si que son deberes, es la misma carta que le hice a mi padre pero para mi ex novio. Una vez que se fue el dolor y la rabia y veo la luz me doy cuenta de que aquí no hay culpables, de que hizo lo que yo no tenía valor de hacer. Y las formas fueron las necesarias, cara a cara jamás habríamos conseguido desintoxicarnos. Porque aquello, más que una relación era una adición. Simplemente intentamos llevar a puerto un barco que no hacía más que naufragar. Te deseo lo mejor y lo sabes y me alegro haber echo las paces, que llegásemos a un punto de entendimiento porque has sido muy importante en mi vida  y yo en la tuya. Que seas muy feliz, yo lo intento día a día.

No creo que pueda decirte nada que no hayas escuchado ya pero necesito cerrar la herida. Me da rabia la manera en que te fuiste, todas las incógnitas que mi mente no podía despejar. Tu actitud “tan de novio” para luego ir evaporándote, desapareciendo de mi vida día a día con largas, con medias tintas, con excusas. Me da rabia que me partieses el corazón dos veces, que no me dieses un final mejor, que antepusieses al resto a mí, que pensases que solo amaba tu chequera. Me da rabia tu desprecio, la manera tan gratuita y cobarde que tuviste de irte. Me da rabia que no me dijeses que no eras feliz, que tú vida y la mía ya nunca serían una, que estabas en proceso de desintoxicación de esta relación; que, más que eso resultó ser una adición. Me da rabia haberte visto tan feliz en navidad, que me ignorases como si nunca hubiésemos sido nada. Me da rabia no sentir rabia pero, es que nos hemos querido mucho. Te quiero por esa manera que tuviste de decirme el primer “te quiero” (borracho y tapado con una sábana) , por escribirme en una servilleta de un bar que eras mi “querido novio” , por esas notas que me dejabas cuando te ibas a trabajar. Hace meses encontré una y las lágrimas se quedaban cortas para expresar tanto dolor, tanta pena, tanta luz cuando ya todo está a oscuras. Y es que una vez fuimos muy felices, aunque ahora ni siquiera nos acordemos. NO sé como pudimos matar aquello. Te quiero por el deseo y la ternura con que me mirabas a veces, por aquel día en el que me dijiste “ es que yo miro a otras y sólo te veo a ti” , te quiero por ese amor tan grande que tienes y que nunca has sabido expresar, por tantas situaciones duras a mi lado, por las veces que empezábamos a reírnos y no podíamos parar, porque nunca te cansabas de regalarme cosas con esa ilusión a pesar de mis desplantes, te quiero por todos esos días en Barcelona en los que me hacías el zumo  mientras yo me quedaba en la cama, por el invierno que pasamos, recorriendo Tarragona y Girona, creyendo que todo era posible, por la sensación de “yo también te quiero” que me invadía cuando nos íbamos de boda juntos y pensaba: yo quiero todo esto contigo y más. Te quiero porque sé que me querías, porque cuando yo perdía las fuerzas tu siempre tirabas de mí, decías que teníamos que seguir porque lo nuestro daba para escribir un libro, te quiero porque supe lo que es que me quisiesen, por lo orgulloso que te sentías de mi a veces, por todo lo que sé de ti y probablemente muchos no sepan. Te quiero porque eres todo sentimiento contenido.

   Pero esta carta no implora, no ruega una millonésima oportunidad, un capítulo más en este libro de historias tuyas y mías. Este es el punto y final a algo que prolongamos demasiado, a una adición, a algo tan bonito como destructivo. Para mí lo nuestro es como la primera gota para el alcohólico, como la primera calada para un fumador. Y necesito dejar de vivir en este mono permanente, olvidar ese delirium tremens de un corazón partido. Necesito reconstruir estas ruinas, salir de este dolor en el que me metí como en un bucle. Necesito limpiar esta herida y cerrarla, sin suturas por segunda intención. Y me duele el alma al recordar ese dolor de hace casi un año, esas noches de insomnio, de llorar y sentir que me partía por la mitad, que esa pena no se iría nunca, de buscar sin respuesta el consuelo en antidepresivos y psicólogos, de saber qué es lo que fallaba en mí para que todos os largaseis. Y ahora entiendo que en el amor no hay vencedores ni vencidos, ni un bueno ni un malo o una víctima y un verdugo; sólo dos personas que no empastan, que no se amoldan y la colisión es como un choque de trenes, como esos aviones que fueron contras las torres gemelas aquel 11S. Ninguno de los dos está mal, es así de simple. Y todo lo que me da rabia y lo que quiero de ti también me lo digo a mí, porque en el fondo somos muy parecidos. Perdonémonos, dejemos el odio, la ira y el rencor de lado. Fueron muchos años juntos, no quiero que el último recuerdo que tengamos sea el de una lucha a vida o muerte. Y tampoco pretendo cafés o llamadas los fines de semana, con un hola y un adiós me conformo, con ser feliz y que lo seas, con aprender de nuestros errores y que seamos capaces de amar a otras personas. Sin más, me despido. ADIÓS  

EL HOMBRE DE MI VIDA

Hacía mucho que no estaba por aquí, que tenía tiempo para todo menos para escribir en mi blog. Y creo que dar un pedacito de mi en estas líneas es algo terapéutico y necesario para mi . La entrada de hoy es algo que nadie me ha mandado hacer pero que necesitaba hacer. Es una carta donde pongo lo que me da rabia, lo que quiero de mi madre y para finalizar una despedida. Puede que parezca innecesario y tal vez para mi padre lo sea. Pero esto no es por él sino por mi. Si no lo hago me quedaré estancada en ese saco de traumas de la infancia y ya no quiero estar en ese punto nunca más. 

Me da rabia tu cobardía, la manera en que te fuiste con el rabo entre las piernas, descubierto por un despiste y enamorado de alguien que solo amaba tus mentiras, tu tanto tienes tanto vales, me da rabia los años de tortura a los que sometiste a mi madre, la manera de herir tan gratuita que tenías, me da rabia cada lágrima que lloramos por ti, me da rabia que Laya te quisiese tanto, me da rabia no haberme equivocado contigo, me da rabia tu egoísmo, tus vicios, ese egocentrismo que te empuja a no ver más allá de tu ombligo y de tus compañías de saldo, me da rabia que te importemos tan poco, que sigas con tus paseos a la orilla del mar mientras el resto está aquí condenado por tus pecados, me da rabia que no me quieras, que no seas un padre, que si algún día me caso no seas tú quien me lleves entre lágrimas al altar. Aunque para eso hay que tener corazón y yo ya dudo muchas veces que tengas algo de eso o de que quieras algo que no sea tu propio bienestar. Me da rabia lo mal que lo he pasado y que tu no me ayudases, me da rabia que no me llames en mis cumpleaños,  me da rabia que mi madre sea la que esté enferma y no tú, me da rabia que me dijeses que si a ella le pasaba algo tu ibas a estar ahí porque sé que es mentira, porque si ella se va yo me quedo huérfana. Aunque, en mi caso amor no me iba a faltar. Tengo una familia estupenda que me quiere y que me ayuda y tengo un tío, un primo y un “padre postizo” que valen oro y, a veces siento envidia  y me gustarían que ellos hubiesen sido mis padres pero la vida es como es y tengo que aceptarla. Me da rabia que te quieran tan mal, que hayas echado a perder tu vida, que tu familia no te quiera ni mirar a la cara, me da rabia que no veas que tienes un problema porque no sabes lo que es decir la verdad; porque no la has conocido en tu vida. Me da rabia que mis amigas tengan un padre y yo solo te tenga a ti. Me da rabia ser tan parecida a ti, haberme pasado la vida haciendo méritos, buscando el error, la tara que me hacía imperfecta e indigna a tus ojos, me da rabia los traumas, los lodos que han venido por esa falta de afecto que sentía por tu parte. Me da rabia haber tardado 29 años en darme cuenta de que no tengo nada malo, que no todos los padres actúan como tal y que a mí no me pasa nada. No me quieres pero no por lo que soy sino por lo que represento. La vida de mujer e hijos no comulgaba contigo pero como tampoco tuviste valor para decirlo seguiste para adelante y ahora yo estoy pagando tu falta de valor. Y no es un reproche. El ver algo en casa no significa que lo repitas pero yo, voy buscando hombres como tú a los que salvar, hombres que no me quieren nada, que me hacen vivir a su lado haciendo méritos, practicando el servilismo, el lo mío y lo que yo quiera para más tarde. Y vivo de rodillas, mendigando amor, repitiendo el mismo patrón que hice contigo de pequeña. Y estoy trabajando, esforzándome por encontrar mi autoestima, por salir de ese bucle, de esa pleitesía extrema pero cuesta y recorrer el camino duele mucho.  Pero no todo es rabia, a pesar de lo que vi en casa no salí tan mal y algo se me pegó de mi madre. Así que no puedo decir ni siquiera que tenga rencor hacia ti. Antes tenía y mucho pero ahora de todo eso ya no queda nada. Siento lástima y también te quiero, muy a pesar. Te quiero porque no puedo evitar hacerlo, te quiero porque en el fondo sé que no sabes ni lo que haces, que eres una bala perdida, te quiero porque estás sentimentalmente atrofiado  y no sabes hacer frente a la vida y sus problemas, te quiero porque es antinatural no querer a un padre ( no has sido un ejemplo a seguir pero también sé que hay casos mucho más extremos ) , te quiero porque querías a Laya, te quiero por aquel día en que despertaste a mamá con unos cascos  con  la canción de Amaral  “sin ti no soy nada”, te quiero por todo lo que ayudaste a Pepín, te quiero por todas las tardes que pasé contigo, por todas esas cenas que me hacías, te quiero porque me conseguiste unos posters firmados del Barça, te quiero porque tuviste la humildad de dejarme empezar contigo de cero; después de las salvajadas que te dije, te quiero porque un carnaval me sentiste llegar llorando a casa y viniste a consolarme, te quiero porque aunque no modifiques tus errores fuiste capaz de reconocerme que eras un desastre, que no lo estabas haciendo bien.  Te quiero porque si no te quiero a ti tampoco me quiero a mí. Y como broche final solo quiero despedirme, decirte que mi vida no está coja, que hay mucha gente que se pone debajo de la pata de mi mesa para que no se tuerza y que sólo espero que encuentres la paz, la felicidad, el amor verdadero, el sentido común y que la vida te sonría. Quizás tú también seas víctima de víctima. No sé cómo fue tu infancia ni tampoco me importa. Y te escribo estas líneas desde el más absoluto egoísmo, porque quiero quererme y respetarme, porque no quiero ser una tirana y escupir basura a todo el que intenta echarme una mano y, por encima de todo porque no quiero escudarme en mis traumas, en mi pasado para asumir que soy como soy. El cambio está en mis manos, sólo tengo que quererlo. Y te garantizo que esa vida de amargura, de enfado con el mundo, de sentirme una pobre víctima ya no la quiero. Ojalá vieses como soy ahora, todo lo bueno que tengo a mi alrededor. A pesar de ti, de que la vida no fue todo lo justa que yo considero soy una afortunada. Estoy feliz por mi familia, por mis amigos, por la gente tan maravillosa que conocí este año, por reconocer que estaba peleada con el mundo y que el cambio empezaba por mi y no por los demás.  Soy enfermera y me encanta lo que hago, porque cada paciente que veo en esa cama pienso que podría ser alguien a quien yo quisiese, porque aunque a veces pierdo la paciencia me encanta lo que hago, lo que aprendo día a día. Y me encanta mi trabajo porque si uno quiere es una profesión muy humana y yo lo soy y mucho. Y hay gente a la que le cojo tanto cariño que no me voy tranquila cuando descanso, porque quiero saber si mejoran o si empeoran, porque me preocupa cada persona que está en esa camilla o en esa cama. Y también me encanta revelarme contra el mundo, creer que existe un amor de película aunque yo no sepa dónde está el mío ni si se le espera. Te cuento todo esto para que sepas un poco de mí, para que veas que si uno quiere, se puede. Necesitaba escribir esto para avanzar, para curar las heridas que tengo contigo del pasado. Sentí la necesidad de decirte en alto que estamos hechos en el mismo molde por mucho que a mí me duela reconocerlo.  Y todo lo que me da rabia y quiero de ti también está en mi. Tengo que dar este paso para avanzar. Simplemente quería despedirme de ti, que supieses mi verdad, esta que está contada desde la humildad, la sinceridad y el respeto. Adiós papá. Te quiere aunque le cueste reconocerlo tu hija.