martes, 1 de diciembre de 2015

SILENCIO A GRITOS

¡Paren el mundo, quiero bajarme! Rezaba una frase que un día leí y jamás olvidé. Y desde entonces me he querido apear cientos de veces, ponerme en standby y quedarme encerrada y a oscuras con toda mi amragura. Porque esa por mucha orden de deshaucio que yo le mande sigue aferrada y en modo Okupa dentro de "mi no ser" 
    Y creo que ese es uno de los rasgos más típicos de cualquier adición: que oculta entre su oscuridad a la persona y a su vida.  Al principio peleas, luego sucumbes y un buen día te quedas sin batería y sin ganas de encontrar el maldito cargador. Yo me comparo con un iceberg, me hago una gran corazada en la cual ni entra ni sale nada, donde no puedo herir ni herirme. Aunque siendo egoísta creo que lo que me paraliza es el calor de cualquier emoción humana. No vaya a ser que con cualquier "te quiero" o cualquier abrazo se me derrita el chiringo y no me quede más remedio que llorar y decir la verdad. Que la culpa me quita el sueño todas las noches, que me odio por no ser feliz, por no disfrutar de nada, por ser incapaz de decir que tengo miedo, que la navidad despiertas todos y cada uno de mis traumas. El maldito anuncio de la Pataky y sus virtudes o el de Tous al más puro estilo navideño, recordando que una de las personas que más te quiere en este mundo es tu padre. Y yo lo veo y me asfixio, me doblo por la mitad. Porque en matemáticas no siempre dos más dos acaban siendo cuatro. Ni yo tengo el cuerpo de la Pataky ni tampoco el padre que tiene la del anuncio de Tous. Y eso jode, jode tanto que partirías la tele en pedazos o recogerías firmas en change.org para que los retirasen de los espacios publicitarios. Y ya se que la culpa no es de la tv, ni del entorno, ni la de piedra con la que tropezaste. Pero con esa baza juega la adición. Y en navidad por más "jingle bells" que te propongas estar el cuerpo solo te pide dormir y despertarte cuando todo haya acabado. Y es el mono el que hace su mejor campaña de marketing en fechas señaladas para que hagas tu balance negativo de rigor. Para que recuerdes todos y cada uno de tus fallos y te flageles en su nombre, para que no olvides todo lo que el miedo te arrebató de las manos por cobardía. Se hace eco de tanto daño proyectado en los que más amas. Porque estás tan harta, tan irritada, que si no compartes toda esa frustación cn el prójimo enloquecerías. Y jodes para joder pero lejos de aliviarte sabes que has dado en la diana equivocada y el sentimiento de culpa sé multiplica. Sin embargo ese es uno de mis momentos preferidos. Es justo ahí cuando las palabras exactas pueden hacer magia y conseguir que te derrumbes y que digas de una maldita vez que te asusta no sentir la vida, que solo estás tranquila durmiendo, que te olvidas de citas médicas, que no te centras ni en el trabajo porque tus inseguiridades te dicen "que no vales, que no sabes, que no mereces estar allí" Y quien te quiere tanto como para quedarse ahí cuando solo eres odio y reproche te inyecta un chute de esperanza aderazado con "si se puede" y una pizca de "cree en ti" Pero al día siguiente la apatía y el embotamiento emocional siguen ahí y te dejas llevar como la corriente. Porque es más sencillo vivir en la excusa del "no puedo", que echarle un par de huevos y llorar por todo lo que no  has llorado y por todo lo que no te has preocupado.Pero ¿ y si empiezo y no puedo parar? ¿ y si me tocan por loca? Porue el hecho de ser adicta no significa que sea tonta. Soy consciente de que mi problema me hace magnificarlo todo y que muchas veces la gente pone cara de pocker. Es por eso que solo encuentro el consuelo en los de "mi especie", porque los demás te quieren y te dicen que te entienden pero en el fondo no pueden entenderte por mucho que quieran. 
    Quién en sus cabales llegaría a comprender que llevas toda la vida buscando la pastilla, la dieta o el milagro de turno que te haga no atracarte, que no sume más kilos a tu desesperación, que te haga la puesta a punto para esas bodas, bautizos y comuniones que tanto te angustian.  Es tal el nivel de exigencia que te autoimpones que vives minuto a minuto como si fueses una gran estrella del cine y todos y cada uno de tus movimientos, estilismos y decisiones fuesen a ser portada y carnaza para programas basura y prensa rosa.
    Y en este GH oí muchas veces autocríticas y críticas externas sobre el peso de una concursante a la que yo veo estupenda. "Te compro tu sobrepeso guapa" Pero bueno la diferencia es que lo suyo es algo que se puede expresar en kg y lo mío "es una enfermdad del alma" como me dijeron una vez. 
     Para que nos hagamos una idea: si siento cualquier emoción ( del tipo que sea) en exceso, como. Si me surge un imprevisto, si discuto, si se acaba mi marca de yogures en el súper, si siento que no pude hacer mi trabajo como yo quisiera, si tengo una cena, si es navidad, si cambian la hora.....esta menda COME. Y lo escribo en mayúsculas porque son cantidades desproporcionadas.  Todo lo desencada una emoción o un pensamiento mal gestionado. Llega el hambre emocional y el comer sin sentido, ni gusto, ni vista. Porque en momentos así no saboreo nada, solo engullo. Y el estómago te dice basta pero la cabeza aún necesita más para llenar ese vacío sin fondo que no lo llena nada. Y después llega la culpa, la desesperación, los se acabó sin punto final, las molestias de estómago, las ganas de devolver, de no querer salir de la cama, de que nadie vea que estas gorda, deprimida y sin fuerza de voluntad. 
   Así que la próxima vez que le digáis a alguien que por un bombón, unas patatas fritas, o por un pequeño exceso no pasa nada. Yo os digo que si, que puede pasar y mucho pero no ante vuestros ojos, si no en la soledad de nuestra casa. Supongo que ese es el mayor de los problemas.  LA SOLEDAD. Leí hace poco que la comida estaba caliente cuando teníamos frìo, que estaba siempre dispuesta, que no se iba ni nos abandonaba cuando nuestros padres si lo hacían.  A día de hoy yo se que la comida va a estar para mi las 24h del día y los 365 días del año.
     Imagino que desde pequeña aprendí a comérmelo todo. Jamás me faltó de nada (materialmente hablando) pero si que me hubiese venido bien un cursillo de verano en el que me explicasen que eran las emociones y que hacer con ellas.  Me recuerdo de niña comiendo picadillo y no dejando ni un resto en el plato. Mi padre siempre me decía que no hacía falta lavarlo de lo impoluto que lo dejaba.  Mi padre ese que no supo hacerlo mejor y que estaba en el momento equivocado en el sitio oportuno. Y yo ahí partiéndome el lomo porque me quisiese como yo quería pero nunca era demasiado. Y aprendí que el amor es esfuerzo y dedicación, y que si no me quieres como quiero que me quieras yo debo pelear por ser la mejor hija del mundo mundial. Ahora se que quién no se ama a si mismo es incapaz de amar. Pero aún así, en los días de barra libre de fantasía aún sigo esperando que quieras ser mi padre. 
     Y mi madre esa que trabajaba sin descanso para que a mi no me faltase de nada, aunque a veces piense que si pudiera escoger habría escogido sus abrazos y pasar más tiempo con ella antes que todos los juguetes del mundo. Mi madre, esa que peleó tanto por mi futuro que llegó a exigirme en exceso, a hacerme tener miedo a sacar un 8, a defraudarla. Luchó tanto porque su historia no se repitiera que a día de hoy somos como dos gotas de agua. La única diferencia es el diploma que cuelga en la pared y que conseguí a base de atracones, interminables horas de estudio y autoexigencia y algún que otro lexatin. Y es por ese "trauma" por el que ahora la palabra oposición hace que me tiemble hasta el pelo, hace que reviva lo que mi cabeza quiso olvidar. Y a día de hoy tengo muchas fobias, entre ellas abrir un libro y pelear por mi futuro. Porque igual fracaso, porque los miedos y la comida toman el mando y yo ya no soy persona. 
    Y sin darme cuenta crecí en mi burbuja de caprichos insonorizada. Hasta que un buen día oyes los ruidos de fondo y no son de risas precisamente. Y esto no es una crítica, es un acto de comprensión y gratitud  hacia dos personas que pensando que hicieron lo mejor para mi hicieron lo peor.  Aprendí a que me excluyesen : de sus problemas conyugales, de la enfermedad de Pepín, de cualquier factor externo que me perturbarse. Y me hice adulta mirando para otro lado, enfadándome con el mundo y dándome muchas hostias. Y siempre, en todos esos momentos la comida ha estado ahí. Es más fácil abrir una bolsa de patatas fritas que decirle a tu a madre cosas que sin pretenderlo van a hacerla sufrir. Con que valor preguntas por què no cogimos la puerta y lo mandamos a freir espárragos, con que autoridad moral le digo yo que mejor me había criado sin padre. Precisamente yo, la experta enrelaciones  tóxicas, la que más puede llegar a comprender que peleó como una jabata porque creía que entre tanta mierda había algo que merecía la pena. Con que autoridad le digo que tenía que haber tirado ese amor envenenado, haberse secado las lágrimas y quedarse conmigo sola. Con lo que me cuesta a mi ocuparme de mi misma no quiero ni imaginarme como se habría sentido ella con el corazón roto,  el lomo partido de trabajar y siendo divorciada. 
     Y a mi padre le podría reprochar miles de cosas pero de adicta a adicto sobran las palabras.Su frialdad, su humor agrio, su insatisfacción, sus críticas autodestructivas hasta matar, hasta clavarlas en el alma las comprendo pero no las justifico. Si tuviese valor le diría que fue una actitud cobarde, que debería haberse bajado del barco. Pero como te apeas en mitad de la función de tu mar en calma embravecido, de tú somos los felices infelices. Ahí nadie pudo ni quiso apearse del barco en el próximo puerto. Le diría lo mismo que Kelly Clarkson le dice a su padre es "because of you". Que es por él por lo que no confío en nadie, por lo que me da miedo que alguien entre en mi vida y luego me abandone. Y se que no fue un abandono al uso pero me sentí "huérfana de cariño de padre" siempre Que es por el por lo que sigo en el "muelle de Avilés", con el mismo "rictus" que la "lloca " de Gijón echando raíces y oxidándome día a día.Por si un buen día te da por volver y quieres ser mi Ulises. Te diría que por ti repetí vuestra historia y  lloré mares de desamor. Porque sabes de sobra que juré y perjuré que a mi no me pasaría lo mismo. Es por ti que si me quieren como me quiere Alberto me siento como gato panza arriba. Y le doy coces y hago letreros de neón para que se vaya, para que no sea otra víctima más de esta muñeca rota que escribe. Porque me conecta con mi humanidad, con mis ganas de vivir, porque derrite en mil pedazos mi gélido escudo y lo que siento me duele. Porque no conozco a nadie que sepa tan bien como él que maldita tecla tocar para que deje de culpabilizar y herir y empiece a hablar de todo lo que me atormenta: Es sentir que la vida te asfixia, que se te queda grande, que estás tan bloqueada que has vuelto ser aquella niña sin mecanismos de defensa. Y tú desde cría has querido ser una superwoman. ¡Las heroínas no lloran! Así que para seguir interpretando tu función comes, eres la alegría de la huerta, la mejor amiga, la mejor amante, la mejor que sea pero siempre LA MEJOR. 
     Hasta que un buen día estás tan desesperanzada, tan atiborrada de dulces y saladitos que la adicción esconde lo bueno y te deja sin defensas y con todo lo malo sobre la mesa. Que a estas alturas, la cabeza te da tantas vueltas que lo malo roza la mayor de las desgracias. Y todo te molesta, ni siquiera una buena ducha es capaz de relajarte. Y no quieres planes, ni eventos, ni contratos del siglo, ni amores de los requetebuenos. Solo quiere estar a solas con tus miserias y tu victimización. Cualquier persona que no te pase la mano y te diga que espabiles es tu enemigo número uno. 
       Porque la incógnita de tu vida esta mal enfocada. No es un problema de kilos.  Ante preguntas equivocadas respuestas inútiles ¿cuándo voy a parar de comer? ¿Llegarè a Navidad en mi peso? ¿Sigo con la dieta de batidos o me pasó a la Dukan o a la de la piña?  Y ya sabes que mientras tu vida depende de un número en la báscula y de contar calorías el libre albdrío de atracones esta asegurado. Y claro yo a veces, en el punto más álgido y más loco de mi problema siento envia de anoréxicas y bulímicas, de alcohólicos y de la madre de todas las suertes que les hizo ser unos "yonkis" socialmente aceptados. Como si el simple hecho de que la gente supiesen que existen y lo "acepten" fuese suficiente. En el cerebro de mis envidiados y en el mío se desencadena lo mismo pero yo me creo la más perjudicada porque mi droga es legal y se necesita para vivir (aunque yo la use para "morir") Los bares, las navidades, los bingos on line, destrozarse el esófago vomitando, o sentirte mórbida pesando 30 kg es una suerte no te jode. El problema es que estás tan atascado que eres incapaz de ver que su sufrimiento es esquivalente al tuyo, que en tu autodestrucción dejas cadáveres a tu paso (llámense madre, novio, abuela, amigos....etc, etc) 
      Lo bueno de tocar fondo es que más abajo no se puede ir, que a partir de ahí todo es subida, que no hay mal que cien años dure, que todo llega, todo pasa y todo se supera.  Si no exisitiese la esperanza, la resiliencia, la fuerza de voluntad yo no habría sido capaz de escribir estas líneas, de sentir en el Silencio que sigo viva, que me late el corazón, que mi esencia esta dormida pero no perdida.